domingo, 23 de agosto de 2009

UNA JORNADA EN EL CHILLAR (FINAL)



Construída en los años veinte del siglo pasado la presa señala el fin de la ida. Quien desee continuar hasta el nacimiento del río deberá recorrer aún unos seis kilómetros más por un terreno muy difícil. Nosotros enfrentaremos ese reto en otra ocasión pero en este momento nos disponemos a regresar a Nerja. Sin embargo no tomaremos a la inversa el mismo camino que nos ha traído hasta aquí por más que esa sea la opción oficialmente recomendada.


Para la vuelta hemos elegido seguir el curso del canal que parte de la presa hidroeléctrica y baja hasta la llanura . A veces caminando sobre el estrecho pretil de piedra que lo contiene y en otras ocasiones siguiendo su trazado sobre algunos tramos apenas soterrados.


Nuestro camino recorre zigzagueante una de las laderas del valle y llega a alcanzar alturas de centenares de metros sobre el lecho del río. El estrépito que sus aguas provocan más abajo llega hasta aquí como un rumor sereno y musical.

El Juaki se detiene un momento entre la espesura y alza la vista hacia las crestas más altas, no hay que olvidar que él como Sigfrido es un hijo del bosque y sabe descifrar enigmas que para nosotros permanecen impenetrables. Aquí parece haber percibido algo ¿acaso el llamado ancestral de los espíritus de la montaña? ...


El grandioso silencio de estas soledades es algo con lo que solo podemos soñar en nuestras ciudades, en estas alturas se impone incluso al rumor del río que parece acallarse en señal de respeto a la montaña. Es placentero no escuchar nada al principio, pero horas después el placer desaparece y comienza a percibirse la angustiosa opresión que ejerce este silencio ilimitado sobre quienes no estamos habituados a él. (Nótese que el Juaki aparece minúsculo en medio de la foto situada sobre estas líneas).

Hay que andar muy atento por aquí porque el camino es muy estrecho y solo una escueta alambrada nos protege de la caída fatal, en algunos tramos ni siquiera eso.

Hemos descubierto el movimiento de algunas ardillas entre los árboles cercanos, el Juaki imperturbable a solo un paso del abismo se detiene a observarlas sin más.


Estamos ya muy cansados, nos invade el agotamiento y un dolor insoportable en los pies, llegados a este punto las bellezas de la naturaleza nos la traen al fresco. Lo único que quiere uno a estas alturas de la jornada es llegar a casa cuanto antes, tumbarse en el cómodo sillón y adormilarse haciendo zaping ante el televisor: lamentable amigos, pero real como la vida misma.


Un hermoso panorama ante nuestros ojos. Se acabó el sendero del canal y debemos iniciar el descenso que será una auténtica tortura porque estamos ya exhaustos y nuestros pies sufrirán en la bajada más que nunca. Una vez abajo deberemos andar varios kilómetros aún en dirección al pueblo. Desde aquí podemos ver la cantera que marcó el inicio de nuestro sendero ( no es otra cosa que la mancha blanca entre las sombras a la derecha). También puede verse el viaducto bajo el que pasamos a la ida, Nerja, donde espera nuestro coche y finalmente el mar.

martes, 11 de agosto de 2009

UNA JORNADA EN EL CHILLAR

Nos dirigimos hacia el río Chillar tras abandonar el área urbana de Nerja (el lugar donde yace chanquete aquel gran acordeonista) vamos a iniciar la remontada de este río que nace en la sierra de Almijara. lo haremos en su primer tramo es decir el que va desde la cantera hasta la presa. El caminante, entre cañaverales, se dirige con paso decidido hacia su destino en uno de los días más calurosos de este verano, mientras el viaducto al fondo, cual colosal pórtico de piedra, parece custodiar el paso a una dimensión distinta en la que entran en juego las leyes agrestes e implacables de la naturaleza.

Hace aquí aparición el otro protagonista de la jornada. Mi amigo Joaquín, de aquí en adelante "el Juaki"un amante fervoroso y espiritual del campo y la montaña, un espíritu atento al llamado telúrico mediador entre el hombre y la naturaleza. En definitiva un alumno aventajado de las enseñanzas del universo sutil (estrenando además para la ocasión mochila nueva, impermeable nada menos, perfecta para un sendero fluvial).

Llegamos a la cantera que marca el inicio del sendero. La blancura inerte de la colina seccionada por el hombre para su explotación contrasta con el paisaje salvaje y vivo que la rodea mostrando impúdicamente su esqueleto arenoso como evidencia de su naturaleza esquilmada.

Por docenas los domingueros y veraneantes de la costa cercana acuden al sendero para refrescarse mientras remontan el río viviéndolo todo como si se tratase de un día más de playa y llevando consigo todo su jaleo de romería estival. Algunas horas después la mayoría de ellos culmina la subida en una sugerente cascada, la mayor del recorrido que señala para muchos el punto de retorno y el merendero natural donde dar buena cuenta de la tortilla de patatas o el bocadillo de chorizo. Semejantes imágenes causan estragos en la estética y belleza idílicas del lugar y es que el mes de agosto provoca esta y otras muchas calamidades.



Las ardillas que bajan a beber al río, las mariposas que despliegan sus alas al sol y las arañas enormes que traman su red en un vacío aparente son algunas de las especies con las que puedes tropezarte en las riberas del río.

Pronto llegamos a estos desfiladeros que llaman "cahorros", pasillos de roca viva moldeados por la corriente del agua. Es una ocasión perfecta para detener la marcha un momento y recrearse en la hospitalidad umbría que ofrecen sus galerías sinuosas al tiempo que escuchar el sonido del agua que reverbera en sus paredes.

Fiado en la seguridad de su paso firme el Juaki deja patente su legendaria habilidad para caminar sin mayores dificultades sobre rocas húmedas y tambaleantes haciendo gala de tal equilibrio y potencia de salto que aún hoy provoca el asombro de quienes le conocemos bien. No en vano algunos le llaman "capitán aries".

La frescura y la exuberancia del paisaje que se despliega ante nuestra vista invita a detenerse a menudo a escuchar el bellísimo sonido del agua y aspirar el aire perfumado y balsámico que nos rodea. Es obligado detenerse durante unos instantes para procurar confundirse con la naturaleza como hago yo aquí posado sobre esta piedra intentando pasar por una rana con camiseta adidas.

Ahora sí ha llegado el momento del baño en uno de los muchos jacuzzis naturales que conforma el río siempre en consorcio con sus pulidas piedras . Estas pozas son un auténtico regalo para la vista y un gozo aún mayor para todos los sentidos de quien se sumerge en ellas en un día tan caluroso como este. Resulta reparador y gratísimo el efecto de los chorros y saltos de agua que masajean la espalda del bañista que sabe situarse estratégicamente.

Salimos de las frescas pozas no sin algún pesar y retomamos el curso del río que baja de la montaña mientras nosotros la subimos. El Juaki invita aquí a continuar en la búsqueda de nuevos estímulos y espectaculares parajes señalando el camino a seguir de un recorrido que ya comienza a hacerse más frondoso en su vegetación y más escarpado en su discurrir a medida que ganamos altura.



El bosque en galería se cierne sobre nosotros y el lecho del río se hace más difícil de transitar pero ello lejos de suponer un inconveniente para nosotros nos proporciona buenos momentos de diversión y nos obliga a concentrarnos en lo que hacemos poniendo atención en cada paso para asegurarnos de la firmeza del suelo antes de fijar el pie.

¡Qué alegría poder beber sin temor en las cascadas cristalinas a cada paso del camino!

El Juaki en su desconocimiento del miedo intenta siempre las peripecias más atrevidas y aborda a menudo los obstáculos del terreno por su cara más inaccesible, a veces sólo por el puro placer de ponerse a prueba confiando en unas habilidades que raramente le fallan.

Una de esas raras ocasiones parece haber llegado y el Juaki al fin "besa la lona" en una teatral caída tras intentar el asalto frontal a la cascada de la imagen anterior. Al menos eso creía yo hasta que confesó poco después que todo había sido un puro fingimiento para darse ocasión de probar la impermeabilidad de su nueva mochila.



Sí amigos, el picacho que allí veis no miente sino que dice bien a las claras que estamos ya en la sierra alta. También señala la cercanía de la presa y por tanto el final de nuestro camino de ida. Atrás quedaron hace mucho tiempo los domingueros y demás veraneantes sin mayores ambiciones. Nosotros cuando lleguemos a la cercana presa emprenderemos el regreso, pero no deshaciendo el mismo camino que nos ha llevado hasta aquí, pues aborrecemos la monotonía de contemplar a la vuelta el mismo paisaje que ya descubrimos durante la ida. No, volveremos a nuestro punto de partida por otro sendero ajeno al río, de cuya presencia sólo tendremos noticia por el lejano eco del fragor de su corriente... CONTINUARÁ

Fotos: Juaki y Carlos
Guión: Carlos