domingo, 20 de diciembre de 2009


Es una pena ver a una persona tan joven y sin embargo tan abducida ya por el discurso, las maneras y el lenguaje muerto de la política que se hace en nuestros días. Escuchar un discurso suyo es como escuchar completo un concierto de Melendi a través de un transistor, ¡¡ si ya suena mal en directo cómo sonará en el transistor!! Es decir que si la retórica de Zapatero ya de por sí induce al sueño cómo será el efecto causado por el discurso de quien intenta copiar un mal modelo teniendo además menos experiencia y por tanto menos recursos. Es una pena ver a una persona tan joven pero tan menguada ya de rasgos tan saludables en la gente de su edad como la espontaneidad y la rebeldía, la franqueza y el inconformismo. Tan joven y ya tan sometida al sistema, tan adoctrinada en la religión de la progresía y el socialismo de cartón piedra como puede verse a otros instruidos ya tempranamente en el culto, la liturgia y el sometimiento a la iglesia católica o a qualquier otra secta o disciplina de partido.

Es tan desalentador observar en ella los torpes intentos por asimilar el estándar político que representan los líderes a los que trata de imitar como ver a esos muchachos jóvenes o aún adolescentes aplaudir mansamente y asentir a todo en esa grada tras la tribuna del orador donde los sitúan ahora los estilistas de la escenografía mitinera. Siento por todos ellos una mezcla de pesar y desconfianza inmediata al verlos jóvenes pero ya fervorosos seguidores del discurso oficial, del orden imperante no se sabe muy bien si por fanatismo, o por un estúpido candor, por el pragmatismo siempre conservador de hacer carrera en la política o por una mezcla de todo ello.

Es triste porque Bibiana nació hija de un político del PSOE andaluz y ha crecido presenciando actos de partido y acudiendo a mítines fin de fiesta en campañas electorales casi siempre victoriosas. Ha asimilado desde pequeña ese lenguaje de eufemismos horripilantes, de corrección vacía, de frases hechas, de consignas oficiales. Toda esa logomaquia politiquera que atenta contra la verdadera comunicación y el buen sentido comenzó a modelar su mente cuando aún era una niña y carecía de capacidad intelectual para contrarrestar tal avalancha. Toda su vida ha transcurrido bajo la influencia directa de los mismos esquemas políticos y bajo el gobierno interminable del mismo partido. A ella además la han utilizado pronto como objeto decorativo para ilustrar con una cara juvenil, femenina y amable las bondades del producto político a vender.

Siento pena cuando la veo hablar en televisión, siempre la misma alocución monocorde, los patéticos intentos por copiar la gestualidad maquinal y aprendida de políticos más experimentados, es lastimosa su apariencia de autómata, de producto estándar recién salido de la cadena de montaje, duele escucharla decir "todos y todas" y otros disparates impuestos por la tiranía de las feminazis imperantes y al compadecerme de ella lo hago también de todos esos miles de jóvenes que acuden entusiastas a militar en las juventudes del partido cuando cumplen la edad reglamentaria, que apenas dejan atrás la adolescencia ya se han derrotado al sistema oficial, al lenguaje de la corrección política, al simplismo bipartidista donde o estás con nosotros o contra nosotros, a todos esos jóvenes que aparecen aplaudiendo al líder tras la tribuna, asintiendo a cada frase, tan jóvenes pero ya tan mansos.

martes, 1 de diciembre de 2009


Demonizar a las víctimas es un recurso abundantemente utilizado por este sistema mercantil y totalitario que gobierna el mundo actual con la ayuda necesaria de los medios de comunicación y su propaganda. Estos han presentado a los salteadores de barcos somalíes como una piratería que atenta contra la legítima labor de pesca de las flotas occidentales y usa de las vidas de los laboriosos y pacíficos pescadores como valor de cambio para exigir un rescate con el que enriquecerse por la vía criminal.

Lo que se oculta es que cientos de barcos operan furtivamente cada año en las costas de Somalia arrasando con toneladas de pescado y mariscos de los caladeros somalíes, esquilmando una fuente de alimentación primordial para los habitantes de uno de los países más pobres del mundo. Todo ello aprovechando la ausencia de un gobierno con poderes reales, incapaz de vigilar sus aguas y controlar sus zonas de pesca.

Además de la pesca ilegal organizaciones internacionales vienen denunciando desde hace años, con escaso eco, el vertido en aguas somalíes de residuos radiactivos como cadmio, uranio, mercurio, basura industrial, desechos hospitalarios y todo tipo de material tóxico que removido por el Tsunami que azotó el país en 2004 se ha precipitado sobre las playas ocasionando ya todo tipo de enfermedades en las poblaciones que aún viven del mar. La mayoría de estas actividades se lleva a cabo de manera ilegal y con la más absoluta impunidad aprovechando la incapacidad del gobierno Somalí para establecer un sistema de control que impida o persiga estos delitos perpetrados en sus aguas.