martes, 1 de diciembre de 2009


Demonizar a las víctimas es un recurso abundantemente utilizado por este sistema mercantil y totalitario que gobierna el mundo actual con la ayuda necesaria de los medios de comunicación y su propaganda. Estos han presentado a los salteadores de barcos somalíes como una piratería que atenta contra la legítima labor de pesca de las flotas occidentales y usa de las vidas de los laboriosos y pacíficos pescadores como valor de cambio para exigir un rescate con el que enriquecerse por la vía criminal.

Lo que se oculta es que cientos de barcos operan furtivamente cada año en las costas de Somalia arrasando con toneladas de pescado y mariscos de los caladeros somalíes, esquilmando una fuente de alimentación primordial para los habitantes de uno de los países más pobres del mundo. Todo ello aprovechando la ausencia de un gobierno con poderes reales, incapaz de vigilar sus aguas y controlar sus zonas de pesca.

Además de la pesca ilegal organizaciones internacionales vienen denunciando desde hace años, con escaso eco, el vertido en aguas somalíes de residuos radiactivos como cadmio, uranio, mercurio, basura industrial, desechos hospitalarios y todo tipo de material tóxico que removido por el Tsunami que azotó el país en 2004 se ha precipitado sobre las playas ocasionando ya todo tipo de enfermedades en las poblaciones que aún viven del mar. La mayoría de estas actividades se lleva a cabo de manera ilegal y con la más absoluta impunidad aprovechando la incapacidad del gobierno Somalí para establecer un sistema de control que impida o persiga estos delitos perpetrados en sus aguas.

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