miércoles, 8 de julio de 2009


¡Qué pesadez!, ¡que hastío de parejita!, qué obstinación, qué tedio infinito produce ya el verlos. Qué retahíla inacabable de fotos del rey de los calzoncillos y de la reina del careto insípido. ¿Puede haber ya una parejita más cargante y más quemada en la publicidad? No sé que pretenden expresar sus imágenes en campañas como esta. ¿cual es el mensaje de la marca? ¿acaso que usando tales prendas se puede alcanzar un nivel de imbecilidad y ensimismamiento sublimes como el que parece mostrar la inexpresión de estos dos?. ¿David y Victoria? Poliéster y Plexiglás los llamaría yo en atención a su condición de arquetipos del artificio en guerra declarada contra la naturalidad, enemiga mortal de ambos. Él parece aquí un madelman de pelo de goma y barniz de lacas bronceadoras, un ultracuerpo que acaba de abandonar la vaina de sí mismo, con esa expresión de recién parido con la mente en blanco. los fotógrafos le obligan a cerrar los ojos cada vez más al hombre anuncio y ya no se sabe si intenta emular a Harry el sucio cuando miraba así segundos antes de soltar una obscenidad de las suyas o sufre de algún dolor intenso que soporta con estoicismo mientras luce brazo pintarrajeado al estilo oriental cual marinerito maricón que despierta de la siesta en el puerto de Shangai.
Ella con su expresión de siempre que consiste en una falta absoluta de expresión. Su estúpido semblante de lejanía que pretende hacer pasar por un gesto de mujer misteriosa e interesante: ¡NO CUELA! es tan mala actriz como cantante y es incapaz de rellenar con algo sustancial el inmenso páramo de su cabeza, nadie se acordaría ya de ella si no fuera por su rentable matrimonio con el muchacho condecorado con la orden de caballero del imperio británico que su serena majestad debería clavarle en uno de sus carísimos taparrabos.

1 comentario:

luis dijo...

jajaja,viven en una pose contínua