jueves, 14 de diciembre de 2023

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  Mi nombre es Manuel otilio Suárez. Más conocido entre familiares y amigos como Lolotilio o (a causa de mi profesión) Doctor Lolotil o Nolotil. Esto último no es de mi agrado, si bien no se me escapa que algunos, siempre a mis espaldas, me conocen por ese apelativo.

 Ejerzo la medicina privada y dispongo de una clientela selecta, constituida en exclusiva por las familias más principales de la región. 


  Soy el médico de los Colorín-Mellado desde hace 30 años y, ni que decir tiene, mi relación con ellos no es sólo profesional. Hemos consolidado también una buena amistad con el paso de los años, hasta el punto de que  los miembros de su familia me hacen a menudo partícipe de sus confidencias. Especialmente la Señora Mellado, quien me ha tratado siempre con la mayor familiaridad.


   No en vano asistí en su lecho de muerte a su esposo, Don Agapito, un hombre en todo gentil y virtuoso. Don Agapito murió al caer de sultán, su caballo preferido. Al parecer el animal se encabritó y Don Agapito cayó entre las patas de la bestia que lo coceó como a un balón de rugby.  Nadie se explica como un animal tan manso como aquel pudo reaccionar de semejante manera. Ni siquiera la señora Romero y Tomillo, cocinera de la casa y con muy buena mano para los caballos supo aclarar lo sucedido.


  En lo que se refiere al asesinado Ricardo Chamberlain tengo que declarar que fui avisado de inmediato y llegué poco después de que su cadáver fuese encontrado entre los rosales. Tenía alojado en la espalda un abrecartas de acero con el escudo nobiliario de los Colorines labrado en el pomo. Ricardo Chamberlain era un hombre infame y retorcido que se había creado muchos enemigos.


 Sabía todo acerca de los secretos de la familia y desde hace años chantajeaba a La señora Mellado. Conocía que el padre de su hija Pilarita era Don José Luis Casanova. La chica había sido el resultado de un tórrido romance de juventud que había tenido lugar en Madrid, donde Casanova y la Mellado se conocieron. La joven  había acudido allí para hacer el servicio social con la sección femenina. Y Don José Luis lucía por entonces su garbo de jovencísimo alférez provisional. El flechazo fue inmediato y fruto de él llegó Pilarita clandestina al mundo y por la puerta de atrás, ya que las familias de la joven pareja no quisieron ni oír hablar de dicha relación. Muchos años después, y sabiendo Don José Luis de la viudedad de su antigua amada vino éste a su encuentro y reanudaron sus relaciones al amparo de una fingida amistad.


  Pedrito Mellado tenía también sobrados motivos para descargar el afilado abrecartas sobre las espaldas del administrador. El menor de los Mellado arrastraba toda clase de líos debido a sus costumbres libertinas. Adicto al juego y fumador de opio estaba envuelto en el tráfico de falsas reliquias religiosas, para financiar sus vicios. Hace años fue detenido mientras intentaba colocar 34 piezas dentales que habrían pertenecido a Nuestro señor Jesucristo, la mayoría dientes de leche. Y en otra ocasión el administrador, gracias a sus contactos, logró sacarlo discretamente de los calabozos después de haber sido descubierto con un alijo de 12 momias incorruptas de santa Catalina, que intentaba hacer pasar por auténticas en un mercadillo medieval.

 

El astuto administrador a cambio chantajeaba a la señora Mellado, exigiéndo grandes cantidades de dinero para  no desvelar públicamente los asuntos turbios de su hermano.


También conocía Chamberlain que mi adorada Lolita Expósito es hija de Pedro Mellado. Quien tuvo relaciones con el ama de llaves cuando este era apenas un señoritín de 17 años. Por cierto que  las habladurías me achacan no sé que perversa inclinación por la ilegítima muchachita. Pero lo único que hay es mi cristiana aspiración a convertirme en tutor legal de Lolita para darle un futuro y sacarla de este ambiente de perversión.


  La señora Mellado debido a los continuos chantajes que sufría por parte del administrador estaba al borde de la ruina. Por eso empezó a alojar a estudiantes extranjeras como Yolanda Mcguffin, quien pretendía estudiar ciencias del mar en la facultad de Sevilla. Por más que todo el mundo supiera que en Sevilla no existe dicha facultad ni se pueden cursar tales estudios. Esto fue lo primero que me hizo sospechar de la señorita Mcguffin.


 Luego supe que Yoli Mcguffin era en realidad la hija secreta engendrada entre Ricardo Chamberlain y Carmen la cocinera. Yolanda había sido entregada a una familia inglesa que residía en Portugal. Lugar donde se conocieron esta y Pilarita, ya que esta última pensaba por entonces que su padre legítimo era el administrador y no el señor Casanova. Pilarita habría acudido a Portugal aleccionada por Romero y Tomillo que, consumida por el remordimiento le habría encomendado la misión de localizar a Yoli Mcguffin y revelarle a esta quien eran sus verdaderos padres.


  La Mcguffin habría llegado luego a Sevilla con la intención de conocer a su madre y vengarse de su padre biológico  tras saber que había sido este quien había obligado a su madre bajo amenazas a entregarla en adopción. Para acercarse sin sospechas a la familia se había hecho pasar por una estudiante extranjera con la complicidad de Carmen.


  Fue sin embargo la propia Carmen quien clavó en la espalda del administrador el abrecartas de acero. Lo sorprendió aquella madrugada entre los rosales, donde se había citado con la pobre Lolita. Carmen pensó que la joven con la que el administrador lleno de lujuria, forcejeaba era Yolanda Mcguffin y ante la monstruosa perspectiva de que Ricardo estuviese intentando seducir (sin él saberlo) a su propia hija, Carmen descargó el abrecartas sobre las espaldas de tan corrupto individuo. 

Luego, liberó un grito apagado, al descubrir que la muchacha no era su Yolanda sino Lolita. Este grito llamó la atención de Teresa Expósito, conocida insomne cuya ventana se encuentra cerca de los rosales. Enterada del caso por Carmen tranquilizó a esta y juntas acordaron ocultar su autoría, no sin antes confesarle a la cocinera que ella misma había planeado asesinar a Ricardo clavándole sus agujas de punto de cruz. Ya que sabía que el administrador rondaba a su hija, mi  adorada y futura pupila Lolita.


  Ambas mujeres creyeron que el acusado del crimen no sería otro que Pedrito Mellado. Pues el abrecartas con el escudo familiar era de su propiedad, y todos sabían que tenía sobrados motivos para asesinarlo. Además no era el primer crimen de Carmen la cocinera. Después de profusas investigaciones hace poco llegué a la conclusión de que el caballo sultán, aquel tan manso que sin embargo un día aciago dejó caer encalabrinado a don Agapito Colorín con el resultado que ya conocemos. había sido envenenado por Carmen con ciertos preparados que ella sabía provocan demencia en los animales y repentinos arranques de cólera. Y es que Doña Carmen había sido hasta su muerte la furtiva amante de Don Agapito Colorín

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