lunes, 17 de noviembre de 2008

PORTEROS DE DISCOTECA




Los porteros de discoteca, como el que mató a un adolescente a patadas el pasado sábado son un gremio de majaderos y retardados mentales. Los empresarios de discoteca gustan de situarlos en las entradas de sus locales como perros de presa sin la precaución de amarrarlos con una cadena. Y sin ni siquiera advertir con un letrero de su condición de animales salvajes.
Son patanes de gimnasio que tiran por el camino rápido para adquirir masa muscular. Ni siquiera puede valorarse en ellos las virtudes del deportista, lejos de perseverar con paciencia y voluntad en la dura disciplina de las mancuernas, no hacen sino doparse con ciclos anabolizantes. Cuando las drogas penetran en una mente infantil y fantasiosa su efecto devastador se multiplica.

Estas malas bestias visten a menudo trajes oscuros de armani y abrigos a juego para las frías noches de invierno porque piensan que siempre queda más vistoso patearle la cara a algún niñato rebelde cuando uno va disfrazado de hombre elegante.
Las fuentes culturales en las que han bebido tienen que ver con el cine de Van Damme y Steven Seagal. Gozan con las aventuras de chuck Norris y otros mitos que suelen destilar su filosofía de frases lapidarias ayudándose con el lenguaje definitivo de la patada y el cabezazo.
Piensan que han de ganarse el respeto de los hombres y el amor de las mujeres machacando a todo aquel que les plante cara. Siempre respaldados por algún gorila más, claro está.
Creen que siempre en la vida, como en el cine que admiran, llega la hora en la que algún tipo te reta a un combate mortal y hay que prepararse para cuando llegue ese momento crucial.

Ahora utilizan en su trabajo tecnología de micrófonos y otras zarandajas para comunicarse entre ellos. Desarrollan en sus mentes reblandecidas fantasías de agente secreto, de cuerpo de elite, de superhombres entrenados para la acción en las misiones más exigentes. Como si en las discotecas se infiltraran continuamente peligrosos terroristas dispuestos a sabotear la diversión.

También hay mucho cretino que se dedica a discutir con ellos... que si ¿porqué no puedo pasar? que si esto es una discriminación intolerable, que si a ese no le habéis pedido carnet de socio. Y son estos idealistas de la marcha nocturna contra los que finalmente se descarga una lluvia de hostias y puntapiés provenientes de zapatos charolados y puños con olor a colonia.
Suele acabar mal la vida del portero de discoteca. Sus músculos se desinflan cuando dejan los esteroides, se convierten en masas de carne fofa. Dejan entonces de contar con ellos para el trabajo. Acaban adictos a la cocaína que empezaron a tomar para mantenerse despiertos en las largas noches tras el cordón de terciopelo rojo. Acudiendo a cualquier antro de mala muerte para suplicar trabajo y recibiendo en una mala noche una paliza de algún chulo en alza.

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